Francis Santana (UdelaR, Uru.)
Un momento oportuno: la estatua de Cervantes en Montevideo y el ‘retorno’ a la comunidad hispánica.
Daniel Einsenberg habla de un ‘cervantismo oficial’ para referirse a los discursos o acciones que honran a Cervantes promovidos desde las instituciones para un provecho político (2000). Estatuas, placas, conmemoraciones referidas al autor o a los célebres personajes de Don Quijote y Sancho, otorgan visibilidad y propician la propaganda política o institucional, ya que se amparan en el brillo de una fama sancionada por la tradición. Gutiérrez Viñuales (2004) ha estudiado la importancia y significación de los monumentos conmemorativos en los espacios públicos y en especial ha rastreado en Hispanoamérica la presencia de Cervantes y Don Quijote como imagen monumental de la hispanidad, desde la primera mitad del siglo XIX y a lo largo del XX.
La comunicación que presentaremos busca reconstruir y analizar las condiciones en que se decide y se lleva a cabo la primera estatua a Cervantes erigida en Montevideo, en la tardía fecha de 1986. Se pretende interpretar ese hecho en el marco de las tensiones sociales, políticas y culturales de ese contexto específico en que surge la idea, las fundamentaciones y el intercambio de opiniones a que da lugar, a partir de comienzos de 1985, año que estrenaba la recuperación del ejercicio democrático luego de la dictadura, marcado por el signo de la ‘reconstrucción’ en varios sentidos y, entre otras cosas, por la renovación de las relaciones internacionales con España.
En ese contexto es que el gobierno apenas asumido y los sectores políticos que le prestaban su respaldo intentaron recabar el apoyo de la ciudadanía sobre la base de asumir una postura que concordase con la idiosincrasia que ellos creían que era característica del uruguayo (Rial, 1985; Demasi, Rico y Rossal, 2004; Rossal, 2005; De Giorgi, 2010 y 2014). Se tratará de abordar el aspecto específico en que aparece y se promueve la necesidad de un monumento a Cervantes como forma de consolidación de un aspecto de la identidad nacional. Para lo cual se atenderán las notas y artículos aparecidos en el diario La Mañana de Montevideo durante los año 1985 y 1986, publicación que aparece como embanderada con la idea de un monumento a Cervantes y asumiendo la iniciativa de su promoción como forma de “comprender la idiosincrasia española y nuestra por extensión” (8/6/1985).
El lanzamiento de la idea parece ser de Antonio Mercader, quien propone la necesidad de homenajear a Cervantes como “monumento de una lengua que debe preservarse y materializarse en una escultura en bronce, en una plaza”, señalando incluso que en ciudades del interior del país hay importantes esculturas a Don Quijote, de las que Montevideo carece. Meses después, en una entrevista a Arturo S. Visca, el periodista argumenta el modo en que el monumento podía servir de aliciente para sobrellevar la crisis económica del país. En su respuesta, Visca asume esa lección productiva históricamente de la ‘pobreza de Cervantes’, enfatizando que Uruguay era “el único de los países hispanoamericanos que no tiene un monumento o una estatua que rinda permanente homenaje al autor del Quijote”.
Los tópicos manejados coinciden con señalamientos que ha hecho Montero Reguera para la historia cultural española, proponiendo que, en el imaginario promovido oficialmente, durante buena parte de la etapa franquista, Cervantes se vuelve el prototipo del español, que concentra la vocación de las armas con la de las letras, y reforzando la prédica de la entereza ante circunstancias adversas, presentando al autor, en la dura posguerra, como soldado y como mutilado, capaz de casi cualquier renunciamiento (2001).
En 1985, Reyes Abadie argumenta que “a medida que se va acercando la magna fecha del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y la emoción y tensión de todos los pueblos hispanoamericanos se vuelve hacia España y viceversa, también otros elementos fundamentales del carácter de quienes nos dieron religión y cultura se hacen presentes”. Como los novecentistas (González, 2013), Reyes apela al mantenimiento de un ‘estirpe’ y a la “afirmación pública y colectiva” de una ética. Por su parte, el escritor Julio C. Da Rosa aporta recomienda que “la alusión incluya la valerosa lucha que Cervantes sostuvo, a lo largo de su vida, en la guerra, en la paz, en la prisión, en defensa de sus principios”. En definitiva, a lo largo de las páginas de La Mañana, puede reconocerse un cierto debate, que admite también opiniones en contra de la erección de la estatua, como la del dramaturgo Carlos Manuel Varela, aún admitiendo “motivos especiales para acercarse a Cervantes, viejo conocido del estudiantado uruguayo, admirado por profesores y escritores, […] no podemos cortar nuestras raíces hispánicas, aunque nuestras condiciones económicas y sociales actuales nos hagan volver los ojos hacia Latinoamérica y nos descubran la necesidad de un lenguaje común con ella”.
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