Cervantes, Shakespeare
Prisma latinoamericano, lecturas refractadas

Reflexiones desde Montevideo


15.5.15

“Del gran árbol de Shakespeare”: vejez y estilo tardío en la poesía de Amanda Berenguer

Lucía Puppo (Univ. Católica, Arg.)


Si en los sonetos de William Shakespeare la vejez es un motivo más que confluye en el carpe diem amoroso, esta etapa de la vida resulta una de las principales materias dramáticas en The Tempest y King Lear. Los dos protagonistas de estas obras se autocalifican como hombres “viejos”, aunque es evidente el contraste entre ellos. Mientras que Próspero aparece como un mago que decide abandonar voluntariamente el oficio, Lear se muestra como un rey implacable y temperamental en el declive de su poder. El primero encarna la tradición ciceroniana de la vejez asociada a la sabiduría, en tanto que el segundo reúne en sí los tópicos negativos vinculados con el paso de los años: la debilidad física, la falta de memoria, la desorientación y la pérdida del juicio (Munson Deats 1999, Combe y Schmader 1999).

A lo largo de los siglos la crítica ha destacado que detrás de estos personajes se esconden sendas figuras del poder patriarcal, familiar y político, pues se trata de un duque y un rey, padres respectivamente de una y de tres hijas. Por un lado, la fecha de producción de La Tempestad favoreció la identificación de Próspero con el propio Shakesperare, quien se estaría despidiendo de las tareas de escritor en esta obra tardía. Por otro, es cierto que en el contexto de la obra no es clara la edad de Próspero y, en cambio, no quedan dudas respecto de la ancianidad de Lear (McMullan 2007).

Tomando como punto de partida la dialéctica de la vejez que instauran los personajes y las obras mencionadas, en este trabajo nos proponemos rastrear esta temática en la obra de Amanda Berenguer. Ya desde sus primeros libros la poeta uruguaya reflexionó acerca del paso de los años, pero es a partir de la década del ochenta cuando sus textos abordaron recurrentemente la experiencia del envejecimiento. Nuestro objetivo es examinar las imágenes, los motivos y las estrategias poéticas que confluyen en este tópico a partir del análisis de algunos textos puntuales –“Estudio de arrugas” (1986), “La silla de Van Gogh” (1995), Poner la mesa del tercer milenio (2002)- hasta arribar al culmen que representa La cuidadora del fuego (2010), un conjunto de poemas de publicación póstuma donde la autora octogenaria afronta “las preguntas más angustiantes” (Echavarren 2010: 166). Además de dar ocasión a la pregunta sobre un posible “estilo tardío” en la poesía de Berenguer (Adorno 2003, Said 2009, Hutcheon y Hutcheon 2012), creemos que la hondura y lucidez de estos textos justifican el paralelo con las obras del bardo inglés, a quien la autora evocó como un “gran árbol … levantado aún / sobre más de tres siglos” (Berenguer 2002: 18).

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