Cervantes, Shakespeare
Prisma latinoamericano, lecturas refractadas

Reflexiones desde Montevideo


17.6.15

Ciclo de Cine en Cinemateca:
Cervantes & Shakespeare

Los respectivos almanaques señalaron que el 23 de abril de 1616 murieron William Shakespeare y Miguel de Cervantes. No murieron el mismo día, sin embargo, sino con diez de diferencia: en Inglaterra regía todavía el viejo calendario juliano, que en España había sido reemplazado por el gregoriano, inaceptable para los ingleses por ser la creación de un papa católico. De ahí la discrepancia. No hay discrepancias en cambio en que ambos fueron dos de los mayores escritores de todo los tiempos. “El mundo fue su escenario”, se ha dicho de Shakespeare, y la riqueza y versatilidad de su obra, que recorrió el verso y la prosa, la comedia y la tragedia, con una asombrosa capacidad para inventar palabras y expresarse a través de su sonoridad lo han venido probando a lo largo de los últimos cuatro siglos. Por otras razones, Cervantes (y casi nadie más) está a su altura, aunque es posible que esa razón se llame El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.Borges llegó a escribir incluso que en El Quijote está la diferencia: si Cervantes no lo hubiera escrito y tuviéramos todo el resto de su obra, Quevedo sería el mejor escritor en lengua castellana de todos los tiempos (o a lo mejor Borges, vaya uno a saber). Novela fermental y sorprendentemente moderna en su sumatoria de realidades múltiples, libro de caballería que terminó con los libros de caballería, modelo que muchos han seguido pero pocos igualado (el Tom Jones de Fielding puede ser un buen intento), el Quijote posee por lo menos un mérito adicional: ha logrado para su personaje una fama mayor que la del libro mismo. Es posible que no mucha gente lea hoy al Quijote. Todos saben quién es, sin embargo, y hasta creen que lo citan cuando dicen “Ladran Sancho, señal que cabalgamos” (frase que como se sabe no es de Cervantes. Las relaciones de los grandes escritores con el cine siempre han sido problemáticas. La pantalla suele proporcionar versiones sintéticas de las grandes novelas, y el teatro tiene códigos diferentes, como se comprueba con casi toda adaptación de Shakespeare: la herramienta privilegiada del autor inglés fue la palabra, y en particular ese pentámetro yámbico que nunca suena mejor que en inglés y dicho por actores británicos. Todo lo demás son aproximaciones. Ambos han sabido, sin embargo, generar aproximaciones interesantes, variadas, a menudo creativas. Este ciclo reúne varias cosas que el cine ha hecho con los dos, y confirman su vigencia. Con toda deliberación, el ciclo se hace coincidir con la realización (en realidad la anticipa) del Coloquio Internacional Montevideana IX - Cervantes, Shakespeare - Prisma latinoamericano, lecturas refractadas - Reflexiones desde Montevideo, a llevarse a cabo los días 24, 25 y 26 de junio en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo.

(del sitio de Cinemateca Uruguaya)

Ver la programación completa del ciclo en: cinemateca.org.uy/salados.html#cervantes

15.6.15

Programa

Coloquio Internacional Montevideana IX
Cervantes, Shakespeare. Prisma latinoamericano, lecturas refractadas
Reflexiones desde Montevideo

24, 25 y 26 de junio de 2015

Sede:
Museo Nacional de Artes Visuales
Tomás Giribaldi 2283 esq. Julio Herrera y Reissig (Parque Rodó)


Programa de actividades


Miércoles 24 de junio
Mañana

9:00 Acreditaciones

9:30 Apertura del Coloquio

10:00-11:15. Panel I

Modera: Claudia Pérez


11:30-12:30. Conferencia: Don Quijote y el libro, por Augustin Redondo (Université de la Sorbonne Nouvelle-CRES)


Tarde

13.30hs.- 14:30.- Presentación de Nuevos mapas de las vanguardias (Coloquio Montevideana VIII).
En Librería Linardi y Risso:
Juan Carlos Gómez 1435 esq. 25 de Mayo. (Ciudad Vieja)


15:15-17:00.Panel II

Modera: Elvira Blanco


17:30-18:30. Conferencia: From pity and terror to pity and charity: Shakespeare’s reformed characters, por Claire McEachern (Univ. of California)
Presenta: Lindsey Cordery


Noche
20:00. Don Quijote (Don Kikhot). Dir.: Grigori Kozintsev. USSR, 1957.
Función de cine en Cinemateca Uruguaya
Sala 2: Lorenzo Carnelli 1311


Jueves 25 de junio
Mañana

10a 11.15. Panel III

Modera: Francisco Espinoza


11:30. Conferencia: Los sonetos de Shakespeare: un experimento de traducción, por Miguel Ángel Montezanti (Univ. Nacional de La Plata)
Presenta: Beatriz Vegh



Tarde

15:00-16:15. Panel IV

Modera: Cristina Dalmagro



16:30-18:15. Conferencias

  • In the Name of the Daughter: Miscegenation Cervantes and Shakespeare: with a view to the Americas, por Aaron Landau (Ben-Gurion Univ., Israel)
Presenta: Cristina Elgue

  • Adventure and Upward Mobility versus the Struggle for Imperial Control in Early Modern Latin America, por Jonathan Hall (Sheffield Univ., Reino Unido)
Presenta: Gabriel Lagos


18:30-19:30. Conferencia Un ingenioso hidalgo y un gaucho insufrible, por María Stoopen (Univ. Autónoma de México)
Presenta: Fernando Ordoñez


Noche
21:05. La ruta de Don Quijote. Dir.: Ramón Biadiu. España, 1934.
Función de cine en Cinemateca Uruguaya.
Sala 2: Lorenzo Carnelli 1311


Viernes 26 de junio

Mañana

10:00-10:45. Panel V

Modera: Federico Giordano


11:00-12:30. Panel VI

Modera: María Bedrossián


Tarde

14:45-16:00. Panel VII

Modera: Georgina Torello


16:15-17:15.Conferencia: “que a modo de blandas espinas os atraviesan el alma”: Piélagos literarios y desregulación moral en la aventura de la condesa Trifaldi o Lobuna o Zorruna, por Juan Diego Vila (UBA)
Presenta: Eleonora Basso


17:45-18:45. Conferencia de clausura: Equinoccios, caníbales, meninas: América en Shakespeare y Cervantes por Amir Hamed (escritor, director de H enciclopedia, investigador).
Presenta: Alma Bolón

18:45. Cierre del Coloquio. Palabras de Lindsey Cordery


Noche
20:00. Función de Rey Lear
Teatro El Galpón
18 de Julio 1618 esq. Carlos Roxlo (Centro)


Organizan:
Departamento de Letras Modernas y Departamento de Teoría y Metodología Literarias.
Instituto de Letras - FHCE
Museo Nacional de Artes Visuales


Colaboran:
Cinemateca Uruguaya
Teatro El Galpón


Apoyan:
APLU
CCE - Embajada de España
CSIC - UdelaR
DNC - MEC
Instituto Cultural Anglo-Uruguayo.
Librería Linardi y Risso


Auspicia:
Embajada de Gran Bretaña 

Inscripciones

Todas las actividades son de acceso libre y gratuito.

Para recibir certificado de asistencia por favor dirigir un mensaje a montevideana2015@gmail.com incluyendo los siguientes datos:

- Nombre y apellido.
- Número de documento.
- Filiación institucional.

Los certificados de asistencia se expedirán a quienes hayan asistido a más de la mitad de las sesiones.

15.5.15

Expositores

“Me llamo Avon si no te lo dije antes”: de Warwickshire a Santa María

Beatriz Vegh (Bib. Nacional, Uru.)


En un documento prerredaccional de Dejemos hablar al viento de Juan Carlos Onetti (D.49, Colección JCO, Biblioteca Nacional), anterior en casi 20 años a la primera edición de la novela (Barcelona, Brughera, 1979), el protagonista-narrador dice y repite, en algún momento, llamarse “Avon”. Aunque este nombre será reemplazado por el de Medina en la versión édita, se podría hipotetizar que la figura de Shakespeare, “cisne de Avon”, se encontraba entonces de algún modo presente en el dispositivo genético de la novela.

Nos interrogamos aquí sobre las posibles implicancias narrativas de esta puesta en presencia toponímica del dramaturgo británico con la que Onetti juega ficcionalmente en dichos antetextos, teniendo en cuenta la eventual significación que puede presentar la conformación de un sistema de nombres propios, con sus reemplazos, supresiones y variantes, durante la  construcción de una novela en general y la de Dejemos… en particular.

Hamlet y Otelo en los escenarios porteños: irreverencia y creatividad

Ana Seoane (Universidad Nacional de las Artes; UBA, Arg.)


Hay dos textos de William Shakespeare que han tenido numerosas puestas en escena en la ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hamlet es uno de ellos, incluso en tiempos de dictadura los teatros oficiales consiguieron presentarlo para ayudar a reflexionar. Cuando eran citados  los olores nauseabundos de Dinamarca muchos espectadores intuían a que se estaban refiriendo. Los más experimentados directores porteños buscaron llevar a escena sus propias miradas, así Omar Grasso, Manuel Iedvabni o Juan Carlos Gené.

También otras generaciones más cercanas  encontraron en esa historia de venganza y poder la estructura necesaria y la fuente de inspiración para disparar sus propias ideas. Quizás el que más recurrió a él sea Ricardo Bartís, también Luis Cano se acercó y habría que agregar una camada aún más joven como la que encabeza Maruja Bustamante. No se puede dejar de lado la versión de Carlos Rivas, ya que él la imaginó para que la estrenara la actriz Gabriela Toscano. Algo que ya había sucedido en el siglo XIX con la intérprete rioplatense Trinidad Guevara, mucho antes incluso que la francesa Sarah Bernhardt.

Imperaron las lecturas políticas que permiten estas disquisiciones de Hamlet, aunque siempre fue y es un significativo desafío para los intérpretes. Tanto Alfredo Alcón, Federico Olivera, Mike Amigorena o Pompeyo Audivert asumieron el riesgo de transitar estos textos. La historia de la escena argentina marca que hasta la actualidad la mayor cantidad de obras del inmortal inglés fueron encabezadas por Alfredo Alcón.

Fue muy frecuentada también Otelo, incluso se transformó en musical, de la mano de Pepe Cibrián Campoy y consiguió Chamé Buendía escenificarlo con la técnica de clown, sin que esa historia se viera deformada. Un joven puestista, Eduardo Gondell lo llevó al escenario de la sala mayor del teatro Nacional Cervantes y literalmente ocupó el escenario, ubicando al público en gradas para acercar esta historia de ambición y celos. Otro director, Andrés Bazzalo la tomó de base para una reescritura con algunos cambios a la que tituló Escrito en el barro.

Este trabajo se propone recorrer cómo los teatros porteños con cada creador demostraron fidelidad a los planteos esenciales de Shakespeare pero al mismo tiempo le dieron una impronta personal, que actualizó las miradas sobre el creador inglés. Desde Harold Bloom, Jan Kott, René Girad, Peter Brook, John Gielgud hasta Jacques Lacan ayudarán a este análisis de puestas y traslados desde las páginas a los escenarios.  

Un momento oportuno: la estatua de Cervantes en Montevideo y el ‘retorno’ a la comunidad hispánica

Francis Santana (UdelaR, Uru.)


Un momento oportuno: la estatua de Cervantes en Montevideo y el ‘retorno’ a la comunidad hispánica.

Daniel Einsenberg habla de un ‘cervantismo oficial’ para referirse a los discursos o acciones que honran a Cervantes promovidos desde las instituciones para un provecho político (2000). Estatuas, placas, conmemoraciones referidas al autor o a los célebres personajes de Don Quijote y Sancho, otorgan visibilidad y propician la propaganda política o institucional, ya que se amparan en el brillo de una fama sancionada por la tradición. Gutiérrez Viñuales (2004) ha estudiado la importancia y significación de los monumentos conmemorativos en los espacios públicos y en especial ha rastreado en Hispanoamérica la presencia de Cervantes y Don Quijote como imagen monumental de la  hispanidad, desde la primera mitad del siglo XIX y a lo largo del XX.

La comunicación que presentaremos busca reconstruir y analizar las condiciones en que se decide y se lleva a cabo la primera estatua a Cervantes erigida en Montevideo, en la tardía fecha de 1986. Se pretende interpretar ese hecho en el marco de las tensiones sociales, políticas y culturales de ese contexto específico en que surge la idea, las fundamentaciones y el intercambio de opiniones a que da lugar, a partir de comienzos de 1985, año que estrenaba la recuperación del ejercicio democrático luego de la dictadura, marcado por el signo de la ‘reconstrucción’ en varios sentidos y, entre otras cosas, por la renovación de las relaciones internacionales con España.

En ese contexto es que el gobierno apenas asumido y los sectores políticos que le prestaban su respaldo intentaron recabar el apoyo de la ciudadanía sobre la base de asumir una postura que concordase con la idiosincrasia que ellos creían que era característica del uruguayo (Rial, 1985; Demasi, Rico y Rossal, 2004; Rossal, 2005; De Giorgi, 2010 y 2014). Se tratará de abordar el aspecto específico en que aparece y se promueve la necesidad de un monumento a Cervantes como forma de consolidación de un aspecto de la identidad nacional. Para lo cual se atenderán las notas y artículos aparecidos en el diario La Mañana de Montevideo durante los año 1985 y 1986, publicación que aparece como embanderada con la idea de un monumento a Cervantes y asumiendo la iniciativa de su promoción como forma de “comprender la idiosincrasia española y nuestra por extensión” (8/6/1985).

El lanzamiento de la idea parece ser de Antonio Mercader, quien propone la necesidad de homenajear a Cervantes como “monumento de una lengua que debe preservarse y materializarse en una escultura en bronce, en una plaza”, señalando incluso que en ciudades del interior del país hay importantes esculturas a Don Quijote, de las que Montevideo carece. Meses después, en una entrevista a Arturo S. Visca, el periodista argumenta el modo en que el monumento podía servir de aliciente para sobrellevar la crisis económica del país. En su respuesta, Visca asume esa lección productiva históricamente de la ‘pobreza de Cervantes’, enfatizando que Uruguay era “el único de los países hispanoamericanos que no tiene un monumento o una estatua que rinda permanente homenaje al autor del Quijote”.

Los tópicos manejados coinciden con señalamientos que ha hecho Montero Reguera para la historia cultural española, proponiendo que, en el imaginario promovido oficialmente, durante buena parte de la etapa franquista, Cervantes se vuelve el prototipo del español, que concentra la vocación de las armas con la de las letras, y reforzando la prédica de la entereza ante circunstancias adversas, presentando al autor, en la dura posguerra, como soldado y como mutilado, capaz de casi cualquier renunciamiento (2001).

En 1985, Reyes Abadie argumenta que “a medida que se va acercando la magna fecha del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y la emoción y tensión de todos los pueblos hispanoamericanos se vuelve hacia España y viceversa, también otros elementos fundamentales del carácter de quienes nos dieron religión y cultura se hacen presentes”. Como los novecentistas (González, 2013), Reyes apela al mantenimiento de un ‘estirpe’ y a la “afirmación pública y colectiva” de una ética. Por su parte, el escritor Julio C. Da Rosa aporta recomienda que “la alusión incluya la valerosa lucha que Cervantes sostuvo, a lo largo de su vida, en la guerra, en la paz, en la prisión, en defensa de sus principios”. En definitiva, a lo largo de las páginas de La Mañana, puede reconocerse un cierto debate, que admite también opiniones en contra de la erección de la estatua, como la del dramaturgo Carlos Manuel Varela, aún admitiendo “motivos especiales para acercarse a Cervantes, viejo conocido del estudiantado uruguayo, admirado por profesores y escritores, […] no podemos cortar nuestras raíces hispánicas, aunque nuestras condiciones económicas y sociales actuales nos hagan volver los ojos hacia Latinoamérica y nos descubran la necesidad de un lenguaje común con ella”.

“Del gran árbol de Shakespeare”: vejez y estilo tardío en la poesía de Amanda Berenguer

Lucía Puppo (Univ. Católica, Arg.)


Si en los sonetos de William Shakespeare la vejez es un motivo más que confluye en el carpe diem amoroso, esta etapa de la vida resulta una de las principales materias dramáticas en The Tempest y King Lear. Los dos protagonistas de estas obras se autocalifican como hombres “viejos”, aunque es evidente el contraste entre ellos. Mientras que Próspero aparece como un mago que decide abandonar voluntariamente el oficio, Lear se muestra como un rey implacable y temperamental en el declive de su poder. El primero encarna la tradición ciceroniana de la vejez asociada a la sabiduría, en tanto que el segundo reúne en sí los tópicos negativos vinculados con el paso de los años: la debilidad física, la falta de memoria, la desorientación y la pérdida del juicio (Munson Deats 1999, Combe y Schmader 1999).

A lo largo de los siglos la crítica ha destacado que detrás de estos personajes se esconden sendas figuras del poder patriarcal, familiar y político, pues se trata de un duque y un rey, padres respectivamente de una y de tres hijas. Por un lado, la fecha de producción de La Tempestad favoreció la identificación de Próspero con el propio Shakesperare, quien se estaría despidiendo de las tareas de escritor en esta obra tardía. Por otro, es cierto que en el contexto de la obra no es clara la edad de Próspero y, en cambio, no quedan dudas respecto de la ancianidad de Lear (McMullan 2007).

Tomando como punto de partida la dialéctica de la vejez que instauran los personajes y las obras mencionadas, en este trabajo nos proponemos rastrear esta temática en la obra de Amanda Berenguer. Ya desde sus primeros libros la poeta uruguaya reflexionó acerca del paso de los años, pero es a partir de la década del ochenta cuando sus textos abordaron recurrentemente la experiencia del envejecimiento. Nuestro objetivo es examinar las imágenes, los motivos y las estrategias poéticas que confluyen en este tópico a partir del análisis de algunos textos puntuales –“Estudio de arrugas” (1986), “La silla de Van Gogh” (1995), Poner la mesa del tercer milenio (2002)- hasta arribar al culmen que representa La cuidadora del fuego (2010), un conjunto de poemas de publicación póstuma donde la autora octogenaria afronta “las preguntas más angustiantes” (Echavarren 2010: 166). Además de dar ocasión a la pregunta sobre un posible “estilo tardío” en la poesía de Berenguer (Adorno 2003, Said 2009, Hutcheon y Hutcheon 2012), creemos que la hondura y lucidez de estos textos justifican el paralelo con las obras del bardo inglés, a quien la autora evocó como un “gran árbol … levantado aún / sobre más de tres siglos” (Berenguer 2002: 18).

Cervantes y sus prólogos en el entramado de ‘un artista aprendiz’, el brasileño Autran Dourado

Marta Pérez (Inst. Cervantes, Brasil)


El prólogo debe sus inicios a un origen clásico, desde la antigua Grecia, este se vio fortalecido gracias al crecimiento y a su posterior difusión por el Imperio Romano, emisor de las literaturas del continente europeo. En la Península Ibérica, el escritor español Miguel de Cervantes se deparará con este género literario, en su momento más álgido, y se adherirá a él. La importancia del prólogo, durante el Siglo de Oro, llega hasta tal punto que se podría afirmar que alcanza esa independencia artística con relación a la propia obra. Como asegura Álvarez Ramos (2007), “el prólogo huye de la teorización y se apoya en la intertextualidad y en las referencias constantes a otros autores o a otras obras literarias del propio autor, junto con lo anecdótico y lo subjetivo”.

Por lo tanto, se debe entender que el prólogo se erige como un recurso que, dado su rotundo éxito, alcanza el estatus pleno de género literario, sobre todo, en base a las características formales y semánticas que presenta. Esta independencia o su marcada permeabilidad se destacaron con respecto a la obra en la que aparecía inserto. El cervantista Porqueras Mayo (2003), entonces, lo denominó como un vehículo literario, pero es evidente que paulatinamente fue aumentando la fuerza autónoma que han ido adquiriendo estos paratextos hasta la actualidad.

La primera novela cervantina publicada, La Galatea (1585), se asienta en las bases de la línea pastoril imperante en ese momento en España y se sumaba así a la estela de la Diana de Jorge de Montemayor (1560), a la segunda parte de la Diana de Alonso Pérez (1574) o a la Diana enamorada de Gil Polo (1564), entre muchas otras. Porqueras Mayo aseguraba que, en concreto, fueron los prólogos de un anónimo Lazarillo de Tormes (1554) y de la Diana enamorada de Gil Polo los que fundamentarían el modelo formal inicial seguido por Cervantes en su primer prólogo.

Casi con toda probabilidad, el escritor alcalaíno habría leído gran parte de los prólogos de la época, no obstante, la crítica cervantina asegura que serían dos los prólogos que habrían determinado sus composiciones posteriores; por una parte, el tono misceláneo de la Silva de varia lección (1540) de Pero Mejía y, por otro, el de la esencia pastoril de la Diana enamorada de Gil Polo. Todo apunta que los rasgos que más llamaron su atención fueron la brevedad de ambos y que estuviesen justificados. En relación al contenido, el escritor español parece que encontró en el prólogo de Pero Mejía los elementos que le aportarían mayor libertad de ideas.

De este modo, en su primera novela Cervantes iniciaba el prólogo de la siguiente manera: “Curiosos lectores” para así, años más tarde, escribir en la introducción al primer Quijote (1605): “Desocupado lector”; pasando entonces al segundo Quijote (1615), donde titula su paratexto: “Prólogo al lector”, caracterizando aquí el inicio con una dicotomía: “lector ilustre o quier plebeyo”, para finalizar en Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617) con un: “Lector amantísimo”.

El contrapunto de esta comunicación está rubricado de la mano del caracterizado aquí como artista aprendiz, denominación que condensa esa imagen de aprendizaje y formación constante del ya fallecido escritor brasileño Autran Dourado, lector confeso y amante de la obra cervantina. El análisis de esta comunicación girará en torno a cuatro de sus prólogos, y a la motivación y justificación de prologar sus obras: Solidão solitude (1972), Uma poética de romance (1973), Novelas de aprendizado (1980) y O meu mestre imaginário (1982); con las que Dourado habría pretendido reverenciar la técnica experimental iniciada por el maestro español.

Una ola creciente, verde y fría: reediciones del macrocosmos/microcosmos del Timeo, en La tempestad, Akallabêth y La costa ciega

Claudia Pérez (UdelaR; EMAD, Uru.)


La teoría de la correspondencia entre el microcosmos y el macrocosmos adquiere lecturas nuevas desde su planteamiento en el Timeo platónico, a la revisión renacentista inglesa y la teoría de la Gaia contemporánea. Entre todos sus puntos de contacto encontramos, a la vez, en Timeo y Critias una configuración mítica en la ola que levanta la tempestad en el mar, la primera de ellas producto de la injusticia y el exceso, la segunda hacia y desde Próspero en La Tempestad. La tercera es la de Númenor de J.R.R. Tolkien,  castigada por su osadía con la ola que todo lo arrasa, menos las naves que vuelven al Este. Finalmente, la tempestad en Valizas de La costa ciega, de Carlos María Domínguez, comparte ese carácter sorprendente y sacro, donde la espuma todo lo cubre. Alguien sucumbe, alguien se salva. Macrocosmos y microcosmos metafísico, cristiano y neopagano coinciden en plasmarse en la obra literaria, a partir de un demiurgo creador.  El eje que guiará este trabajo tomará el tópico supranacional, conectado genética y retóricamente, aludiendo a los contextos de enunciación de las tres  formulaciones en la figura del epítome, en su doble sentido de abreviación y repetición.

El Quijote, un caballero avant la garde

Elena Pedicone (Univ. Tucumán, Arg.)


Sostenemos la posibilidad de que Cervantes volvió “cervantistas” a escritores de diferentes generaciones que reescribieron su novela, y más “cervantistas”  aún a artistas de diversas disciplinas que irrumpieron rompiendo las trincheras del arte en las primeras décadas del siglo XX, avant la garde; esto es, empujando los límites del sistema literario .

Adscribimos a la idea de Peter Burger cuando señala que sólo la experiencia vanguardista nos permite reconocer en autores de siglos anteriores procedimientos novedosos.*

Así, en el presente trabajo sostenemos que el fenómeno de extrarracionalidad que aparece plasmado en la novela cervantina, guarda analogía con resortes que mostraron las Vanguardias, y que con ello el Quijote deviene una suerte de laboratorio experimental de lo que luego concretarán los diversos “ismos” tres siglos después. Dicho de una manera sintética, que el Quijote en un sentido literal y en un sentido figurativo resulta un caballero “avant la garde”.
Los subtítulos que desarrollamos en pos de la demostración de esta hipótesis son los siguientes:

1- “Y quiso la suerte que…”: el azar y el juego cervantino, un legado para Dadá.
2- El sueño en la cueva de Montesinos, donde abreva lo onírico asumido por el Surrealismo.
3- Clavileño, un artificio digno de Huidobro.
4- Yelmo de lograda orfebrería devenido bacia de barbero, a la manera de un Rady-made de Duchamp.
5- Como en Collage picassiano: πάροδος  y el efecto de superposición de dos textualidades  ajenas.

Concluimos finalmente -siguiendo nuevamente a Burger- que tanto Cervantes con su novela fundante como las Vanguardias, incidieron también en la “función” lectora dentro de sus respectivos sistemas literarios, por lo que modificaron a su manera la institución arte.


* Peter Burger (2000) , Teoría de la Vanguardia, Ediciones Península, Barcelona.


Hamlet, nuestro contemporáneo: relecturas de la tragedia de Hamlet desde la escena limeña contemporánea

Gino Luque (Pontificia Universidad Católica, Perú)


La presencia en la cartelera teatral limeña contemporánea de piezas de William Shakespeare es bastante alta y significativa: alrededor de 20 montajes en los últimos 20 años, solo considerando teatros oficiales e institucionales (es decir, sin tomar en cuenta puestas en escenas en salas y espacios alternativos). Esta presencia es, de lejos, mucho mayor que la que tienen, por ejemplo, autores españoles del siglo de oro (por citar dramaturgos de la misma época y cercanos a la tradición teatral peruana) o incluso autores peruanos anteriores a la primera mitad del siglo XX (es decir, la propia tradición nacional). En dicho lapso de tiempo, destaca, además, la recurrencia en los escenarios de Lima de montajes de Hamlet. Más allá de modas pasajeras, estrategias comerciales o el prestigio simbólico que rodea a dicho clásico, en esta ponencia, se sostiene que “Hamlet” se ha convertido, en la escena limeña de finales del siglos XX y XXI, en un motivo alegórico para repensar determinados problemas políticos vigentes en el Perú del cambio de siglo desde la libertad que otorga la ficción teatral, a lo que se añade la ilusión de ausencia de mediaciones y el impacto emocional inmediato que ocasiona la dinámica de recepción propia de la performance.

Para explorar la hipótesis anterior, se analizarán tres montajes recientes: el dirigido por Roberto Ángeles en 1995 en el Teatro Británico, el dirigido por Alberto Ísola en 2001 en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú y el dirigido por Jorge Chiarella en 2013 en el Teatro Ricardo Blume. El primero de ellos, al hacer énfasis en el paso traumático de varios personajes de la adolescencia a la adultez en un contexto de violencia, buscaba reflexionar sobre los daños emocionales que sufrió la generación de jóvenes que creció en el Perú entre la crisis económica de la década de 1980 y la guerra interna (1980-1992). El segundo, que subrayaba el desengaño del protagonista y el mandato de venganza, pretendía reflexionar sobre la importancia de la memoria y la responsabilidad del testigo del horror en un contexto en el que empezaban a descubrirse los crímenes contra las libertades civiles y los derechos humanos cometidos por la dictadura por la que pasó el país entre los años 1990 y 2000. El último colocaba en primer plano la trama de corrupción y traiciones de la pieza original para plantear una reflexión sobre los peligros que entraña el poder así como establecer un diálogo crítico con una serie de escándalos de corrupción que comprometían a personajes de la esfera política que salieron a luz en los últimos años.

Shakespeare: una mirada sobre la subjetividad en la construcción del personaje

Liliana B. López (Universidad Nacional de las Artes, Arg.)


El teatro y la literatura ofrecen un material muy productivo para indagar sobre las diversas construcciones de la subjetividad.  Los textos dramáticos  de William Shakespeare han instaurado  imágenes del hombre muy arraigadas en la cultura occidental, a través de su legitimación perdurable. A tal punto que Harold Bloom sostiene que "ha inventado el concepto de humano que rige hasta nuestros días". En otros términos, la textualidad del autor inglés, ubicada en un momento fundacional de la modernidad, trajo consigo la emergencia de  una novedosa construcción de la subjetividad. Propongo explorar esta problemática con el objetivo de observar divergencias y coincidencias en algunos de sus textos, a saber, Hamlet y Ricardo III.

En un segundo movimiento, analizaré algunas de las reescrituras realizadas por directores y dramaturgos argentinos contemporáneos, tales como Ricardo Bartís, Luis Cano y  Emilio García Whebi.  El análisis transversal de las mismas nos permitirá indagar en los modos de construcción simbólicos de la subjetividad en el presente, bajo la hipótesis de que hay una reconfiguración de la construcción del sujeto en los diálogos, pero muy especialmente de los monólogos y apartes. La identidad -social e individual-, las pasiones y la política, serán algunos de los ejes a partir de los cuales recorreremos los textos. 

Hamlet como signo de distinción en "Un sueño realizado", de Onetti

José Gabriel Lagos (UdelaR, Uru.)


Langman, el narrador de “Un sueño realizado” es blanco continuo de burla por parte de Blanes, uno de los protagonistas del relato, debido a su desconocimiento de la trama de Hamlet. Este narrador problemático (intradiegético) es el que modula las 12 menciones a la obra de Shakespeare realizadas en la primera mitad del cuento, publicado originalmente por Juan Carlos Onetti en 1941. Muchos estudios sobre “Un sueño realizado” se han concentrado en sus posibles correspondencias con la pieza de Shakespeare: se representa una pieza teatral en el trancurso del texto, muere un personaje femenino de importancia, existe cierta apertura metadiscursiva. Aquí propongo mantener distancia respecto a tales paralelismos para así poder leer el cuento de Onetti como un comentario sobre los límites de la universalidad de la obra de Shakespeare. Dado que todos los intercambios sobre Hamlet y Shakespeare tienen lugar entre un empresario teatral (Langman) y un actor (Blanes) que se desempeñan en un elenco menor y que comparten un ámbito de complicidad, propongo poner el foco en el código humorístico con el que se comunican. Así interpretados, los enunciados acerca de Hamlet configuran un discurso crítico acerca la inestabilidad de la producción shakespereana entre la alta cultura y la cultura popular de mediados del siglo XX. El relato, a su vez, conforma un lector implícito que debe manejar cierta idea de la importancia de Shakespeare y su obra, pero esa idea es puesta en cuestión por el narrador, que confiesa tanto no comprender cabalmente la broma de la que es objeto como preferir permanecer en la ignorancia en cuanto al contenido de Hamlet.

El laberinto y el conocimiento de sí mismo en algunos textos de Cervantes y de Borges

Adriana Kania (UdelaR, Uru.)


Esta comunicación propone una lectura interpretativa considerando un tema común en ambos autores: el laberinto. Esta metáfora es una constante en los relatos de Borges, incluso se ha considerado que sus textos presentan un diseño laberíntico o, dicho en otras palabras, que el lector al visitar su obra se encuentra ante la puerta de acceso a un laberinto. Por otra parte, en la obra de Cervantes, el laberinto, metáfora barroca por excelencia, simboliza la lucha del ser humano para vencer el monstruo que lo habita y así alcanzar el conocimiento y el gobierno de sí.

Según Borges, lo propio del barroco es el constante cuestionamiento acerca del yo y del mundo y la puesta en duda de la realidad objetiva con independencia del sujeto conocedor. Fundamentalmente, la atracción que en él genera el barroco se debe al contraste entre luces y sombras, su deambular entre apariencia y realidad, el juego de espejos y de sueños, es decir, su representación de la realidad.

En el Quijote, Cervantes ensaya una constante transmutación de la realidad. Para revivir el sueño de la caballería andante, el hidalgo debe adaptar el mundo que lo rodea, ya que tal y como es no le permite realizar las aventuras que todo caballero andante que se precie de tal debe emprender. La acción de los encantadores le hace dudar a él mismo de lo que ve, pero cuando los otros se niegan a ver las cosas tal y como le importa que las vean, son los otros y no él quienes sufren la acción de los encantamientos.
Esta transmutación de la realidad que opera don Quijote se produce por una total decisión de su voluntad. En uno de los diálogos que el hidalgo mantiene con su escudero sobre Dulcinea, dice: «Píntola en mi imaginación como la deseo» (I, 25). Entendemos el deseo como aquello que se quiere, es decir, lo que pone en marcha la voluntad. Después de eso vendría el pintar, o sea, la representación.

Desde su juventud, Borges leyó y citó en sus ensayos a Schopenhauer. A la inconsistencia del mundo real, en tanto representación de la conciencia, podríamos añadir su carácter de engañoso. Para el filósofo alemán la vida es sueño, concepción muy barroca de entender las falsas apariencias de este mundo. Pero además, imbuido de la filosofía hindú, el pensador considera que la realidad está cubierta por un velo que la oculta o disfraza a los ojos de los seres humanos. Para liberarnos de esa atadura deberíamos matar el deseo (voluntad) en sus diversas manifestaciones, ya que este es la causa del dolor. De este modo, lograríamos trascender nuestro estado de conciencia habitual que solo nos permite ver el mundo a través de un espejo (representación). En palabras de Schopenhauer: «El mundo es el autoconocimiento de la voluntad».

Vincularemos estos conceptos de la filosofía del alemán con el recorrido laberíntico en cuanto símbolo sagrado, en el sentido de hierofanía, que representa la búsqueda del centro e implica un camino a transitar tanto en esta vida como después de la muerte, incluyendo su sentido de misterio y trascendencia, por la vía del autoconocimiento. Atenderemos los laberintos naturales (cavernas o cuevas), los construidos por el hombre como símbolos del cosmos que representan asimismo sus propias encrucijadas y los laberintos psicológicos (sueños e ideas circulares), como representativos de la búsqueda del equilibrio interior, el autoconocimiento, en los siguientes textos: episodio de la cueva de Montesinos (DQ II, 22-23) y @ El celoso extremeño, de Cervantes; y en @ Las ruinas circulares, La escritura del dios, La casa de Asterión, El inmortal y Emma Zunz, de Borges.